Hablando de diamantes

Una de las primeras cosas que la mayoría de las personas aprende sobre los diamantes es que no todos los diamantes son iguales. De hecho, cada diamante es único. Los diamantes vienen en muchos tamaños, formas, colores y con diversas características internas.

Todos los diamantes pulidos tienen valor. Ese valor se basa en una combinación de factores. La rareza es uno de esos factores. Los diamantes con ciertas cualidades son más raros —y por lo tanto, más valiosos— que aquellos que no las poseen.

Los profesionales de la joyería utilizan un sistema sistemático para evaluar y hablar de estos factores, el sistema de clasificación desarrollado por el GIA (Gemological Institute of America) en la década de 1950, que estableció el uso de cuatro factores clave para describir y clasificar los diamantes: Claridad, Color, Corte y Peso en Quilates.

Estos son conocidos como los 4Cs. Cuando se utilizan en conjunto, describen la calidad de un diamante terminado. El valor de un diamante terminado se basa en esta combinación de factores.

El valor de un diamante a menudo está influenciado por la rareza de uno o más de los 4Cs.  El valor y la rareza están directamente relacionados: en este caso, un diamante incoloro es más raro y más valioso que uno con un ligero color amarillento. Esta misma relación entre rareza y valor se aplica también a la claridad, el corte y el peso en quilates.

Los 4Cs describen las cualidades individuales de un diamante, y el valor de cada diamante específico se basa en estas cualidades. 

Color

Pequeñas diferencias en el color pueden afectar drásticamente el valor de un diamante. Dos diamantes con la misma claridad, peso y corte pueden variar significativamente en su valor únicamente debido al color. Incluso la más mínima tonalidad puede suponer una gran diferencia en su precio.

Los diamantes se presentan en una amplia variedad de colores. Los que van desde el incoloro hasta los tonos amarillo claro o marrón claro se consideran dentro del rango de color normal.

Dentro de este rango, los diamantes completamente incoloros son los más raros y, por lo tanto, los más valiosos. Estos diamantes incoloros establecen el estándar para la clasificación y la valoración de los demás diamantes que pertenecen a este rango de color.

Claridad

Pocas cosas en la naturaleza son absolutamente perfectas. Y esto es tan cierto en los diamantes como en cualquier otra cosa. Los diamantes poseen características internas, llamadas inclusiones, y pequeñas irregularidades en la superficie, conocidas como imperfecciones o manchas. En conjunto, a estas características se las denomina características de claridad.
La claridad de un diamante es la medida de la ausencia relativa de inclusiones e imperfecciones.

Entre las imperfecciones superficiales se encuentran, por ejemplo, arañazos y pequeñas mellas. Las inclusiones, por lo general, se encuentran en el interior del diamante, aunque algunas pueden llegar a romper la superficie de la piedra. 

Las características de claridad pueden tener un impacto negativo en el valor de un diamante. Sin embargo, también pueden ofrecer aspectos positivos. Por ejemplo, ayudan a los gemólogos a distinguir un diamante auténtico de una imitación (esto suele ser más fácil en diamantes con inclusiones que en los totalmente impecables). Además, dado que no existen dos diamantes con el mismo patrón exacto de inclusiones, estas características también sirven para identificar piedras individuales. Por último, proporcionan a los científicos información valiosa sobre cómo se forman los diamantes en la naturaleza.

Corte

Un diamante bellamente terminado es deslumbrante; cada una de sus facetas refleja la habilidad y el cuidado del artesano que lo ha trabajado.

Cuando un diamante interactúa con la luz, cada ángulo y cada faceta influyen en la cantidad de luz que se devuelve al ojo. Esta interacción es lo que determina su apariencia vista desde arriba (lo que en joyería se conoce como face-up appearance).

Peso en quilates

Muchos productos se venden por peso: en kilogramos, onzas, libras o toneladas. Incluso las personas que nunca han comprado un diamante están familiarizadas con la idea de que el peso y el precio suelen estar relacionados. Es fácil entender que un diamante más grande probablemente será más valioso que uno más pequeño.
Sin embargo, hay dos aspectos que suelen sorprender a quienes comienzan a aprender sobre los diamantes y el peso en quilates.

El primero es la precisión con la que se pesan los diamantes. El peso de los diamantes se expresa en quilates métricos, abreviado como “ct”.
Un quilate métrico equivale a dos décimas (0,2) de gramo, es decir, poco más de siete milésimas (0,007) de onza. Una onza contiene casi 142 quilates. Para tener una referencia visual: un pequeño clip de papel pesa aproximadamente un quilate.

El quilate métrico se divide en 100 puntos. Un punto equivale a una centésima parte de un quilate.

Los diamantes se pesan con una precisión de milésimas (0,001) de quilate y luego se redondean a la centésima más cercana, es decir, al punto.
Incluso fracciones de un quilate pueden suponer diferencias de precio de cientos o incluso miles de dólares, dependiendo de la calidad del diamante.

No confundas el término quilate (carat) con kilate (karat).
El kilate es una unidad de medida que se utiliza para describir la pureza del oro en una aleación.

Vía GIA education

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